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En el mundo de las organizaciones sin fines de lucro (OSFL), todos reconocen la importancia de los datos, sin embargo, gestionarlos correctamente puede ser un verdadero desafío sino se cuenta con un proceso de Gobernanza.  

Entre hojas de cálculo desordenadas, información duplicada y reportes que no coinciden, muchas entidades enfrentan dificultades a la hora de mantener sus datos organizados y confiables. 

A diferencia del sector corporativo, donde la gobernanza de datos suele estar bien estructurada, en las Organizaciones Sin Ánimo de Lucro este proceso puede parecer excesivamente complejo o poco realista.  

Muchas veces, las personas sienten que no tienen el tiempo, los recursos o el conocimiento técnico necesario para abordar este tema de manera formal. 

Una alternativa realista: la gobernanza de datos no invasiva 

Aquí es donde entra en juego un enfoque diferente: la Gobernanza de Datos No Invasiva (NIDG, por sus siglas en inglés). Esta metodología propone integrar la gobernanza dentro de los roles y procesos existentes, sin requerir nuevas estructuras jerárquicas, grandes inversiones ni herramientas sofisticadas. 

En lugar de imponer responsabilidades ajenas a la realidad de los equipos, NIDG parte de una verdad simple: ya hay personas dentro de la organización que manejan datos. Lo que hace este modelo es formalizar esas responsabilidades y proporcionar una guía clara para que cada quien gestione los datos de manera más ordenada y consistente. 

¿Quién se encarga de los datos? 

En muchas de estas organizaciones, los datos están repartidos entre varios equipos: finanzas maneja donaciones y membresías, los programas registran la participación de los beneficiarios, y comunicaciones construye listas de contacto.  

El problema es que, al no haber una persona claramente asignada para gobernar estos datos, surgen errores, duplicidades o brechas en la seguridad. Con el enfoque tradicional, se intentaría designar un “responsable de datos” o crear nuevos cargos, algo poco viable en organizaciones con recursos limitados. 

La gobernanza no invasiva, en cambio, reconoce que cada persona ya es responsable, en cierta medida, de los datos que usa.  

El objetivo es empoderar a esos equipos para que puedan cuidar mejor la información, con lineamientos claros y apoyo organizacional, pero sin imponerles una carga adicional. 

¿Qué pasa cuando no hay recursos? 

La falta de presupuesto y personal especializado es una realidad común en muchas de estas organizaciones, por esta razón, implementar sistemas complejos de gobernanza no es factible en la mayoría de los casos.  

De allí que este enfoque se enfoca en aprovechar lo que ya existe: herramientas como Excel, Google Sheets o sistemas CRM básicos, roles ya establecidos y procesos que pueden ser ligeramente mejorados. 

La clave está en hacer pequeños ajustes sostenibles que generen grandes impactos a largo plazo: establecer reglas claras para la entrada de datos, definir estándares compartidos, capacitar a los equipos y crear una cultura organizacional que valore la calidad de la información. 

Es así, como adoptar una estrategia de gobernanza de datos no tiene que ser costoso ni complicado. Para las organizaciones sin fines de lucro, un enfoque no invasivo puede marcar la diferencia entre el caos informativo y una gestión de datos alineada con su misión. Invertir tiempo en ordenar, proteger y usar bien los datos es también una forma de fortalecer el impacto social y la transparencia institucional. 

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