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Hoy en día, muchas organizaciones siguen invirtiendo en plataformas modernas, soluciones en la nube y herramientas de analítica avanzada en busca de la “efectividad” operativa y de costos, sin embargo, una proporción importante de estas empresas no ha logrado traducir dichas inversiones en ventajas competitivas sostenibles. ¿La razón? La ausencia de una cultura de datos arraigada. 

Adoptar una cultura data-driven no se trata solo de implementar herramientas, sino de transformar la forma en que las personas piensan, toman decisiones y colaboran.  

Para los líderes de tecnología, datos y TI, este desafío representa tanto una oportunidad como una responsabilidad: liderar una evolución que va más allá de la infraestructura y toca el corazón de la organización. 

Pero, ¿Qué significa realmente tener una cultura de datos? 

Una cultura de datos se manifiesta cuando los datos están en el centro de cada decisión, proceso y conversación estratégica dentro de la organización. No se trata solo de tener dashboards sofisticados o lagos de datos masivos, sino de cultivar una mentalidad compartida donde el dato sea visto como un activo estratégico. 

Hay que tener en cuenta que el acceso a datos no garantiza su aprovechamiento. 

 Muchas empresas cuentan con abundantes fuentes de información, pero no las explotan de manera efectiva porque sus equipos no tienen la formación, los incentivos o la confianza para hacerlo. Aquí es donde la cultura se convierte en un diferenciador: cuando los colaboradores entienden el valor del dato, saben interpretarlo y se sienten habilitados para usarlo. 

En este contexto, una cultura de datos representa un cambio profundo que trasciende la tecnología, afectando la forma en que se lidera, se mide el rendimiento y se define el éxito organizacional. 

Un líder que toma decisiones basadas en evidencia envía un mensaje claro: los datos importan. 

Si bien ya hemos mencionado algunas razones por las cuales es importante contar con su cultura, es vital comprender que esta se forma cuando se crean y estructuran pilares como:  

  1. Liderazgo comprometido: toda transformación cultural comienza desde la directiva, de allí que estos deben ser promotores activos del uso de datos, tanto en sus discursos como en sus acciones.  
  1. Democratización del acceso a los datos: para que los equipos puedan actuar con agilidad, necesitan acceso seguro y oportuno a la información. Esto implica eliminar silos, crear catálogos de datos, habilitar autoservicio analítico y garantizar integraciones efectivas entre sistemas. 
  1. Educación y alfabetización en datos (Data Literacy): los colaboradores deben entender los conceptos básicos de análisis, estadística y visualización. No se trata de convertir a todos en científicos de datos, sino de dotarlos con las habilidades necesarias para interpretar, cuestionar y actuar con base en la información. 
  1. Procesos y decisiones impulsadas por datos: desde la planificación estratégica hasta las operaciones diarias, el dato debe guiar las acciones. Esto se logra integrando analítica en los flujos de trabajo, estableciendo KPIs relevantes y promoviendo la experimentación basada en evidencia. 
  1. Gobernanza y ética del uso de la información: un uso responsable de los datos garantiza confianza, cumplimiento normativo y protección de los usuarios. La gobernanza no es un obstáculo, sino un habilitador que permite escalar el valor de los datos sin comprometer su integridad. 

Ahora, ¿cómo saber que se está listo para formar una cultura de datos? 

Para implementar una transformación efectiva, es necesario entender dónde está tu organización hoy., para ello se pueden responder preguntas como: ¿Se toman decisiones estratégicas basadas en datos o en intuiciones? ¿Existe acceso abierto y controlado a los datos relevantes para cada área? ¿Los líderes promueven activamente el uso del dato en su gestión? ¿Se mide y mejora continuamente el uso de información? 

A partir de las respuestas arrojadas en ellas, de diagnóstico de expertos y de la identificación de las necesidades, se pueden establecer hojas de ruta personalizadas que alineen iniciativas tecnológicas, formativas y culturales. 

Esto a su vez, conlleva a enfrentar obstáculos estructurales y humanos asociados a silos de información, resistencia al cambio, falta de liderazgo claro, sistemas heredados antiguos o confusos. 

Es allí, donde los líderes técnicos y estratégicos se vuelve en catalizadores del cambio cultural. Su rol deberá ir va más allá de gestionar infraestructura: deben alinear las capacidades tecnológicas con los objetivos del negocio y promover una cultura que valore la evidencia sobre la opinión. 

Por tanto, construir una cultura de datos no es un proyecto puntual ni una implementación tecnológica que se deba tomar a la ligera, esto implica de una estrategia de largo plazo que busque transformar la forma en que una organización piensa, decide y actúa. 

Para los líderes de TI, datos y tecnología, el reto está en liderar con visión, comunicar con claridad y accionar con coherencia. Las organizaciones que logren consolidar una cultura data-driven estarán mejor preparadas para innovar, adaptarse y competir en un mercado cada vez más exigente. 

El camino hacia una cultura de datos comienza con una decisión: tratar al dato no como subproducto, sino como activo central de la organización, por esto, desde BPT acompañamos la implementación de estos procesos para nuestros clientes, porque creemos que los datos aportan a la toma de decisiones precisas y eficientes.  

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